TEXTO: LUIS SÁENZ GAMARRA
La ilusión, la enorme alegría de estrenar casa, quedó empañada por la terrible tragedia que le cayó encima a Cipriano García. Tras la construcción de la mejor de las casas del centro de Logroño, la señora de Garrigosa organizaba con delicada ilusión sus enseres. La señora de Garrigosa era rica, la esposa del más opulento comerciante textil de la plaza y era feliz. Pero la dicha se ensombrece con la tragedia, como les contaré.
La señora de Garrigosa estaba en el piso principal y súbitamente se vio sobresaltada por un estrépito antinatural que hizo retumbar los cimientos aún sin consolidar de su hogar. Ella, tan dulce y arrobada, miró el testero donde quedaba, medido, el hueco para el piano, el magnífico piano de maderas nobles que ella tocaba con suavidad de querubín y supuso lo peor.
Decía el diario 'La Rioja': "Eran las seis de la tarde cuando varios operarios trataban de subir un piano por la fachada de la nueva casa construida por el conocido almacenista de tejidos don Antonio Garrigosa junto al Hotel Comercio. El garfio de donde estaba suspendido el piano perdió su forma curva, viniendo a tierra el instrumento musical y el cajón que lo contenía, con rapidez de un tiro y funestas consecuencias para el infeliz mozo de almacén Cipriano García, que sujetaba un cabo de la cuerda y que quedó aplastado bajo el peso del mueble."
Muerto al caerle un piano en la vivienda de Antonio Garrigosa
A consecuencia del terrible impacto, sigue contando el periódico,"Cipriano quedó con graves heridas en el pecho y la pierna, con magullamientos en todo el cuerpo y fracturas de huesos. Conducido por los municipales en la moderna camilla automática al hospital, dejó de existir cuando los médicos, señores Bustamante y Orío, acababan de hacerle la cura. Tan pronto como el señor Garrigosa, tuvo conocimiento de la fatal desgracia de su dependiente ordenó el cierre inmediato de los establecimientos de su propiedad, en señal de duelo, y en cambio dispuso que el entierro de su pobre criado fuera lo más concurrido posible."
Cipriano García tenía de 36 años, casado y con una hija, era natural de Enciso y residente en la calle Mayor. Llevaba al servicio del señor Garrigosa cinco años. La noticia del accidente impresionó vivamente al vecindario, entre el que el difunto contaba generales simpatías por su carácter bondadoso.
El redactor de La Rioja afirmaba: "El milagro fue que no ocurrieran más desgracias dado el desprendimiento imprevisto del cajón que encerraba el magnífico piano".
Sobre la calidad de piano el periodista no se priva en decir: "El desprendimiento imprevisto del cajón que encerraba el magnífico piano de maderas nobles y delicadísima acústica no causó destrozos importantes en el instrumento, pues como el piano estaba perfectamente embalado, fueron relativamente pequeños los desperfectos ocasionados en el lujoso mueble, a pesar del violentísimo choque".
Pero aquella cumbre de sensibilidad social que eran la señora y el señor Garrigosa, no se privaron de recordar a su fiel empleado Cipriano cada vez que la dama deslizó sus dedos por las notas blancas del piano.
En el número 10 de la hoy Avenida de La Rioja existió, hasta hace muy poco, el espléndido edificio modernista de preciosa fachada. La vivienda que mandara construir el industrial textil Antonio Garrigosa Borrell, en 1902, tenía planta baja y cuatro alturas. El arquitecto que la proyectó fue el catalán Isidro Gili Moncunill, con bellísimos resultados. Fachada armónica, ricamente decorada, y en la parte superior frontón con esculturas.
En la mudanza de muebles de 1903 ocurrió el terrible suceso del piano que hemos recordado.
La casa, hoy en la avenida de La Rioja, 2 fue derribada y reconstruida con fidelidad la fachada es una reproducción del inmueble original.
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LOGROÑO, 1903
Muerto al caerle un piano en la vivienda de Antonio Garrigosa
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Esta historia se resume en una foto. En ella se ve claramente a un hombre desnudo que sostiene la cabeza desvanecida de un anciano, ambas personas están metidas en el agua; las aguas son las del río Ebro a su paso por Logroño y el joven está apoyado en un pilar del puente de Piedra....
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Esta es la guerra de Justo contada por él mismo: "Hacía la mili como voluntario en el Regimiento de Infantería Bailén, 24, de Logroño. Había nacido aquí, Y mi padre me alistó voluntario para que fuera haciendo la mili. Tenía 19 años de edad, era alto y bien parecido, está mal que yo lo diga..."