El crimen de la Anita

El crimen de la Anita

TEXTO: LUIS SÁENZ GAMARRA

LOGROÑO, 29 DE JUNIO DE 1979

El cuerpo de Anita, muy conocida y apreciada en su ambiente, apareció en el polígono de Cantabria acuchillado, maniatado y quemado

El crimen de la Anita fue un crimen vulgar, sin imaginación ni cuidado, con violación incluida y ensañamiento bestial. Su cuerpo apareció acuchillado, maniatado y quemado junto a un rastrojo: una chapuza de crimen, un asco. Aunque no tomó ninguna clase de precauciones, el impresentable carnicero sembró el lugar del crimen de pistas que despistaron a la Policía, que todavía, 34 años después, lo anda buscando, que se dice pronto.

El asesino llevaba un cuchillo oculto, un rencor oculto y un deseo carnal descubierto y desbordado. El desconocido tipejo se fue con la víctima y se hartó de matarla, con cinco puñaladas mortales de necesidad, una de ellas en el corazón.

Se llamaba Anita, Ana García, y era prostituta cuando tenía ocasión. Anita, con 51 años, estaba mayor pero continuaba con lo suyo, de qué iba a vivir. Se apostaba en ‘El Canarias’, un bar de la calle Viana, frente al Hospital Provincial, a ver si hacía algún cliente. Un bar que tuvo mucha vida y hoy también está cerrado. ‘El Canarias’ era un tugurio bastante sucio y deprimente, pero por allí andaba ella por si pasaba alguno, por si alguno estaba necesitado, con la lujuria exaltada, y ella, aunque pasada de carnes, esperaba complacer al hombre equivocado y hacer caja. Ana se dejaba ver discreta, sin aspavientos. Y desgraciadamente un hombre se fijó en ella y concertó el trato.

El crimen de la Anita

Un coche blanco

Un individuo de alrededor de 40 años, al volante de un coche. Anita charló con él un rato y se volvió al bar. Nada de particular, una conversación con un conocido o con un cliente conocido. El hombre se marchó, pero tal vez volvería.

Hacia las diez y media de la noche Ana se iba a recoger a su casa después de una tarde expuesta al sol, al calor y a las miradas de cualquiera, como tantas tardes de trabajo y estío. Entonces frenó frente al garito otro vehículo, que los testigos identificaron como un Seat 127 de color blanco, que estacionó cerca de la puerta del bar y su conductor abordó a la Anita. Se estableció la típica conversación; el precio del placer. Todos los presentes en el bar, fisgones distraídos, dedujeron que la mujer había conseguido un cliente y ella había concertado el precio. Anita, ni corta ni perezosa, se subió al vehículo para viajar hasta lo discreto y que el varón pagase por sus servicios. Viaje de alma cándida al otro mundo. Noche cerrada y última vez que los presentes en la calle Viana vieron a Anita García.

Pasó la noche oscura y ocurrió la escena obscena. Al día siguiente, a la luz de la mañana, alguien vio lo que podía ser un cuerpo muerto y avisó a una dotación policial del 091 que realizaba una patrulla rutinaria y alcanzaba el Polígono Cantabria, que en aquellos años se encontraba en obras, en fase de urbanización. Las escasas naves industriales se alzaban entre los viales, las aceras sin embaldosar y los solares con rastrojos.

Junto a una alcantarilla

Uno de los agentes que viajaba en el coche observó, junto a una alcantarilla, un bulto que semejaba un maniquí. El policía se acercó y contempló con sorpresa el cuerpo muerto de una mujer con claros signos de violencia. Era una mujer madura, sometida a la destrucción del cuerpo por la tremenda agresión a sus carnes.

Ana García desapareció trasmontar con un cliente en un coche Seat 127, cuando ejercía la prostitución

Cuando los forenses examinaron el cadáver dictaminaron que la mujer tenía cinco puñaladas producidas por objeto cortante, cuchillo o navaja. Una de las puñaladas le atravesó el corazón, produciéndole la muerte instantánea. Aunque ésa herida acabara con su vida repentinamente, las cinco eran mortales de necesidad, según las afirmaciones realizadas por los peritos forenses de 1979.

Un crimen sin cerrar

El asesino, encubierto por la oscuridad de la noche, y al encontrarse en zona despoblada, se entretuvo en maniatarla con pequeñas cuerdas, y después, con la mujer ya muerta, intentó quemarla con paja y algunos papeles que encontró. Parece que el móvil del asesinato no fue el robo, pues Anita conservaba el dinero en el bolso y las discretas joyas que llevaba. Tal vez fue el crimen de un maníaco sexual, o un cliente convertido esa noche en un violador sin escrúpulos. O acaso fue una venganza contra la mujer de vida airada.

Expuestas siempre a las más terribles de las crueldades, en la calle y a la oscura luz de la noche, estas mujeres son el desahogo demachos urbanos. Pero como a Anita, a veces se les cruza en su vida un tipo con cuchillo afilado y malísimas intenciones.

Han pasado ya 34 años y del asesino de Anita García Ulecia no se tiene todavía noticia alguna. El criminal, que hoy podría tener 70 años, es posible que todavía ande suelto con su crimen a cuestas, su cuchillo, sus cuerditas y el mechero con el que quiso prender fuego al cuerpo destrozado de Ana García.

LOS DATOS

La víctima: Ana García Ulecia, ‘La Anita’: De 51 años, practicaba la prostitución. A Anita se le vió por última vez frente al ‘bar Canarias’, cuando montó en el coche de un cliente.

El lugar del crimen: Los hechos ocurrieron en un descampado, en el polígono Cantabria.

El cuerpo: El criminal intentó quemar el cadáver de Ana García.

Ilustración

MANUEL ROMERO

Si te ha gustado, compártelo, anda...
Otros sucesos que te pueden interesar