TEXTO: LUIS SÁENZ GAMARRA
El cuerpo de Anita, muy conocida y apreciada en su ambiente, apareció en el polígono de Cantabria acuchillado, maniatado y quemado
El crimen de la Anita fue un crimen vulgar, sin imaginación ni cuidado, con violación incluida y ensañamiento bestial. Su cuerpo apareció acuchillado, maniatado y quemado junto a un rastrojo: una chapuza de crimen, un asco. Aunque no tomó ninguna clase de precauciones, el impresentable carnicero sembró el lugar del crimen de pistas que despistaron a la Policía, que todavía, 34 años después, lo anda buscando, que se dice pronto.
El asesino llevaba un cuchillo oculto, un rencor oculto y un deseo carnal descubierto y desbordado. El desconocido tipejo se fue con la víctima y se hartó de matarla, con cinco puñaladas mortales de necesidad, una de ellas en el corazón.
Se llamaba Anita, Ana García, y era prostituta cuando tenía ocasión. Anita, con 51 años, estaba mayor pero continuaba con lo suyo, de qué iba a vivir. Se apostaba en ‘El Canarias’, un bar de la calle Viana, frente al Hospital Provincial, a ver si hacía algún cliente. Un bar que tuvo mucha vida y hoy también está cerrado. ‘El Canarias’ era un tugurio bastante sucio y deprimente, pero por allí andaba ella por si pasaba alguno, por si alguno estaba necesitado, con la lujuria exaltada, y ella, aunque pasada de carnes, esperaba complacer al hombre equivocado y hacer caja. Ana se dejaba ver discreta, sin aspavientos. Y desgraciadamente un hombre se fijó en ella y concertó el trato.
Un coche blanco
Un individuo de alrededor de 40 años, al volante de un coche. Anita charló con él un rato y se volvió al bar. Nada de particular, una conversación con un conocido o con un cliente conocido. El hombre se marchó, pero tal vez volvería.
Hacia las diez y media de la noche Ana se iba a recoger a su casa después de una tarde expuesta al sol, al calor y a las miradas de cualquiera, como tantas tardes de trabajo y estío. Entonces frenó frente al garito otro vehículo, que los testigos identificaron como un Seat 127 de color blanco, que estacionó cerca de la puerta del bar y su conductor abordó a la Anita. Se estableció la típica conversación; el precio del placer. Todos los presentes en el bar, fisgones distraídos, dedujeron que la mujer había conseguido un cliente y ella había concertado el precio. Anita, ni corta ni perezosa, se subió al vehículo para viajar hasta lo discreto y que el varón pagase por sus servicios. Viaje de alma cándida al otro mundo. Noche cerrada y última vez que los presentes en la calle Viana vieron a Anita García.
Pasó la noche oscura y ocurrió la escena obscena. Al día siguiente, a la luz de la mañana, alguien vio lo que podía ser un cuerpo muerto y avisó a una dotación policial del 091 que realizaba una patrulla rutinaria y alcanzaba el Polígono Cantabria, que en aquellos años se encontraba en obras, en fase de urbanización. Las escasas naves industriales se alzaban entre los viales, las aceras sin embaldosar y los solares con rastrojos.
Junto a una alcantarilla
Uno de los agentes que viajaba en el coche observó, junto a una alcantarilla, un bulto que semejaba un maniquí. El policía se acercó y contempló con sorpresa el cuerpo muerto de una mujer con claros signos de violencia. Era una mujer madura, sometida a la destrucción del cuerpo por la tremenda agresión a sus carnes.
Ana García desapareció trasmontar con un cliente en un coche Seat 127, cuando ejercía la prostitución
Cuando los forenses examinaron el cadáver dictaminaron que la mujer tenía cinco puñaladas producidas por objeto cortante, cuchillo o navaja. Una de las puñaladas le atravesó el corazón, produciéndole la muerte instantánea. Aunque ésa herida acabara con su vida repentinamente, las cinco eran mortales de necesidad, según las afirmaciones realizadas por los peritos forenses de 1979.
Un crimen sin cerrar
El asesino, encubierto por la oscuridad de la noche, y al encontrarse en zona despoblada, se entretuvo en maniatarla con pequeñas cuerdas, y después, con la mujer ya muerta, intentó quemarla con paja y algunos papeles que encontró. Parece que el móvil del asesinato no fue el robo, pues Anita conservaba el dinero en el bolso y las discretas joyas que llevaba. Tal vez fue el crimen de un maníaco sexual, o un cliente convertido esa noche en un violador sin escrúpulos. O acaso fue una venganza contra la mujer de vida airada.
Expuestas siempre a las más terribles de las crueldades, en la calle y a la oscura luz de la noche, estas mujeres son el desahogo demachos urbanos. Pero como a Anita, a veces se les cruza en su vida un tipo con cuchillo afilado y malísimas intenciones.
Han pasado ya 34 años y del asesino de Anita García Ulecia no se tiene todavía noticia alguna. El criminal, que hoy podría tener 70 años, es posible que todavía ande suelto con su crimen a cuestas, su cuchillo, sus cuerditas y el mechero con el que quiso prender fuego al cuerpo destrozado de Ana García.
La víctima: Ana García Ulecia, ‘La Anita’: De 51 años, practicaba la prostitución. A Anita se le vió por última vez frente al ‘bar Canarias’, cuando montó en el coche de un cliente.
El lugar del crimen: Los hechos ocurrieron en un descampado, en el polígono Cantabria.
El cuerpo: El criminal intentó quemar el cadáver de Ana García.
"Don Alfredo tenía el aspecto de un hombre maduro, aseado y rico. Yo ejercía de empleado de toda la vida en su empresa, y por eso me invitó a echar una discreta cana al aire"...
El acusado se propuso matar a los animales que se aproximaran a las colmenas y perjudicasen el buen desarrollo de sus abejas...
El cuerpo de Anita, muy conocida y apreciada en su ambiente, apareció en el polígono de Cantabria acuchillado, maniatado y quemado...
Logroño, 12 de noviembre de 2010
Logroño, 6 de febrero de 2006
Logroño, 30 de noviembre de 2004
Nueva Rioja, 21 de mayo de 1937
“En la mañana de ayer, día 20 de mayo de 1937, se produjo un incendio casual en uno de los pabellones del Aeródromo de Agoncillo. A sofocarlo acudieron los bomberos de la Logroño y su jefe, el arquitecto Andrés Ceballos..."
Baños de Río Tobía, diciembre de 2008
La Guardia Civil detiene a un hombre con diez cabritos y tres cabras robadas, que transportaba en el interior de su vehículo...
"Aquella tarde habíamos bebido bastante, Parker había trasegado por lo menos seis o siete cubatas, pero había comido sus callos y sus garbanzos y su ración de crema de helado que se había distribuido por sus 130 quilos corporales..."
LOGROÑO, SEPTIEMBRE 1993
Estaba profundamente dormida, eran más de las cinco y a esa hora el sueño la mecía como las aguas de un baño termal. Alguien se movía en las sombras, llevaba el sigilo entre las manos y una bolsa de plástico preparada para tapar las válvulas de la vida...
1911
Para los que estén ahítos de crueldad y sangre, les voy a copiar textualmente lo que el 10 de junio de 1911 relataba el periódico La Rioja...
NÁJERA, 7 de mayo de 1929
En las Vueltas de San Juan, en Nájera, reina una alegría y un sudor que enzarza los corazones. Los mozos frenan la danza desenfrenada y las mozas se abalanzan por la popa y un aeroplano planea hasta clavarse en el tejado del corral de Primitivo, que es su destino
LOGROÑO, 1903
Muerto al caerle un piano en la vivienda de Antonio Garrigosa
PICO SAN LORENZO, 15 y 16 DE FEBRERO DE 2010
La historia comenzó el día 13 de febrero de 2010, sábado, con la famosa frase: ¿A que no subimos al San Lorenzo? Y los tres amigos y montañeros se presentaron en Valdezcaray felices y contentos a las 9 de la mañana.
LOGROÑO, 24 de marzo de 1994
Esta historia se resume en una foto. En ella se ve claramente a un hombre desnudo que sostiene la cabeza desvanecida de un anciano, ambas personas están metidas en el agua; las aguas son las del río Ebro a su paso por Logroño y el joven está apoyado en un pilar del puente de Piedra....
SOMOSIERRA, JULIO DE 1936
Esta es la guerra de Justo contada por él mismo: "Hacía la mili como voluntario en el Regimiento de Infantería Bailén, 24, de Logroño. Había nacido aquí, Y mi padre me alistó voluntario para que fuera haciendo la mili. Tenía 19 años de edad, era alto y bien parecido, está mal que yo lo diga..."