El hombre que amaba a las colmenasy envenenaba a los perros

El hombre que amaba a las colmenas y envenenaba a los perros

TEXTO: LUIS SÁENZ GAMARRA

LOGROÑO, ENERO 2007

El acusado, al que apodaremos “el Químico”, era propietario de una parcela y en ella prosperaba su colmenar. El Químico cuidaba con mimo sus colmenas, adoraba a sus abejas, y comercializaba una exquisita miel de brezo. Pero en enero de 2007 el Químico tenía el sentimiento de apicultor escarnecido. Animales de diferentes pelos, preferentemente perros y gatos, atacaban a sus débiles colmenas por las noches, incluso por el día, y con rotunda impunidad derribaban las colmenas, destrozaban los panales, mataban abejas y se relamían golosos con la miel derramada.

“El Químico” tramó una estrategia terminal para ahuyentar a todo ser vivo que se acercara a sus colmenas. Según el relato de la Fiscalía, se propuso “matar a los animales que se aproximaran a las colmenas y perjudicasen el buen desarrollo de sus abejas”.

Con este fin el colocó como cebo varios conejos que previamente había envenenado. A los lepóridos los envenenó muy bien envenenaditos, luego los abrió en canal y por fin les sacó las entrañas, o sea la casquería. Estos materiales cárnicos los depositó en las inmediaciones de su parcela, como trampas. El objeto de esta estrategia era que las especies animales comieran de las vísceras de los conejos y fueran difuntos en breve. Y así fue; en el mes de enero del 2007, en concreto, el día 11, se encontraron tres perros muertos, otro perro cadáver el día 24, y el 26 de enero se recogieron los restos de dos gatos, un jabalí, dos ginetas y una garduña. Efectividad del veneno: sobresaliente cum laude.

El Laboratorio Forense analizó los cadáveres de semejante arca de Noé: gatos, ginetas, garduña, tres conejos domésticos y los pobres perros. Todos ellos presentaban las mismas lesiones orgánicas y sistémicas, que se concretaban en un marcado edema y hemorragias pulmonares, abundante líquido hemorrágico en vías respiratorias, salida de sangre por los orificios respiratorios, hemorragias subcutáneas (en fin, una asquerosidad de muerte lenta y terrorífica, estrambótica, polisintomática y brutal.).

El acusado se propuso matar a los animales que se aproximaran a las colmenas y perjudicasen el buen desarrollo de sus abejas

En los conejos se localizaron además muestras del veneno empleado, que se llama Aldicarb, en una concentración que superaba centenares de veces la dosis letal para mamíferos. El Aldicarb era el arma homicida, la combinación letal.

La acusación pública detalla en su escrito que el jabalí, nuestro querido cerdo de los montes, es una especie cinegética cazable, y por tanto envenenarla de esa guisa no son maneras. Mientras que la garduña y la gineta son especies no cinegéticas aunque matarlas tampoco está bien pues su deceso produce igualmente con un gran disgusto en el ecosistema. De los gatos el fiscal no decía nada, la muerte de estos infelices no preocupó a nadie.

Por todo lo que les he contado la Fiscalía imputa al procesado un presunto delito de empleo no autorizado de veneno para la caza de animales y pide un año de prisión y dos años de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de cazar. También reclama que indemnice a los dueños de los perros muertos en el valor de los mismos.

Me permito destacar el poderío del veneno alemán Aldicarb, lo que rubrica lo bien que trabaja la industria química germana. Los prusianos, desde la Primera Gran Guerra, sobresalieron con sus gases venenosos, y su empecinamiento en matar al prójimo.

Señalar que, según el relato de la Fiscalía, el Aldicarb es ilegal en cebos para dar muerte a aves y mamíferos silvestres y su comercialización está prohibida desde el 18 de septiembre del 2004, lo que tranquiliza mucho a los animales salvajes, que aún pululan por el monte y sólo tienen que temer a los jaraneros tiros de los cazadores.

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