Iván Cirillo Herbón
Ivan Cirillo
Nombre: Iván Cirillo Herbón

Edad:5 años
Resumen
Con la ayuda de sus padres, Iván ha logrado perder el miedo al mundo que le rodea, pese a su trastorno del espectro autista.
Padres de niño autista
"Cada pequeña cosa de cada día son pequeños retos"
Hace tres años Iván no se relacionaba con su entorno, ahora, juega con sus compañeros de clase en el colegio, va a natación y acepta a extraños.
Inés Martínez | larioja.com
Ivan tiene TEA

El mundo de Iván es obsesivo. No se le puede sacar de sus rutinas. No comprende los cambios a su alrededor. No entiende que si hay algo al otro lado de la calle que le gusta, no puede ir a por ello sin más, sin preocuparse de los coches. Su cerebro le dice “¿Por qué, si yo lo veo y lo tengo cerca, qué me impide ir a por ello?”. Ivan tiene TEA (Trastorno del Espectro Autista), una enfermedad que le diagnosticaron cuando tenía dos años.

“No se relacionaba con niños, si había muchos se marchaba, no hablaba, no controlaba esfínteres.... Nosotros lo notamos comparándolo con los hijos de los demás; te das cuenta de que hay cosas que ellos hacen y el tuyo no. Por ejemplo, tardó mucho en andar, no mostraba interés por nada, no fijaba la vista en nada, le mirabas y no te hablaba, no señalaba, no dirigía la mirada”, explican sus padres, Victorio y Susana.

Pero eso fue hace tres años. Ahora, Iván está escolarizado normalmente, tiene una relación normal con sus compañeros de clase, juega con ellos en el patio, controla su cuerpo, es capaz de aceptar extraños, e incluso de darle un beso a alguien que acaba de conocer, eso sí, a cambio de su consola favorita. “Su evolución en estos momentos es positiva, quizá mejor de lo que podíamos esperar. No pierde ritmo con los demás niños, empezó a controlar esfínteres, habla, escribe, se comunica…” Y lo que para Susana y Victorio es todavía mejor. “El niño te ayuda a sobrellevarlo, te abraza mucho, te dice te quiero… Además, ves cosas que antes no hacía y que ahora hace, y eso te hace pensar que lo estás haciendo bien”.

Además, reconocen que han tenido mucha suerte en el colegio: “Ellos nunca habían tenido un niño con este trastorno, y desde antes de que él entrara se estaban preparando. Lo mejor es que han intentado involucrar a la clase con él, y no que él se tenga que adaptar a los demás. Cada semana tiene un compañero que se ocupa de él y le ayuda. Le tratan como uno más, le entienden y no le agobian y eso es lo mejor”.

Para unos padres primerizos no es fácil asumir una situación como ésta. Todas las ilusiones que tenían puestas, todas las esperanzas, todo lo que esperaban que fuera su hijo, es como si se lo hubieran quitado. Susana reconoce que para ella fue muy difícil, que incluso llegó a pensar que había hecho algo mal, auque sabe que eso no tiene nada que ver. Victorio lo llevó algo mejor. “A mi no me dijeron que mi niño se fuera a morir, así que todo lo que pueda hacer por él es algo en lo que el niño va a avanzar”.

Los padres de Ivan cuentan la historia de su hijo con emoción, con algo de tristeza cuando recuerdan cómo fueron los inicios, con incertidumbre, pero con mucha alegría, la de saber que su niño está con ellos, que está bien, que evoluciona, que les quiere y es capaz de demostrarlo.

Cada día, sus padres y profesores trabajan con Iván para ayudarle a mejorar. Logopedia, memoria, sumas, escritura... Casi todo se centra en enseñarle a pensar, a que razone… Y para ello hay que utilizar imágenes. El impacto visual es la mejor forma de que retenga los conceptos. “Si se va a ir de excursión hay que prepararle entre todos durante los días anteriores enseñándole imágenes de a dónde va, con quién…”

Uno de esos cambios a los que se ha tenido que enfrentar recientemente es al nacimiento de su hermana. “Nos lo pensamos mucho. Nos daba miedo que la niña naciera con TEA, aunque la hubiéramos tenido igual, y también nos asustaba cómo se lo pudiera tomar Iván”, explican. “él sabía hasta cómo se iba a llamar su hermana, pero no la veía, así que no lo entendía. Pero aunque al principio le costó aceptarlo, ahora no le quites a su hermana. Lo importante es que hemos seguido haciendo las mismas cosas con él, así que no ha notado el cambio.”.

Los padres de Iván saben que el proceso no va a ser sencillo, pero no dejan de intentarlo, ya que están obteniendo muchos resultados. “Cada pequeña cosa de cada día son pequeños retos, y las alegrías van en función de esos retos. Nos encantaría que Iván fuera en un futuro una persona autónoma, con sus amigos, su trabajo… Pero de momento, los objetivos nos lo marcamos día a día, o como mucho año a año”

Mientras se desarrolla la entrevista, Iván juega, no para de hablar, ríe, lo pasa bien, llama a Naná y Tatá (así es como llama a sus padres), disfruta de la vida. El no es consciente del gran esfuerzo que sus padres están haciendo por él, pero tampoco lo es de sus progresos. A veces, cuando hace algo bien, se aplaude a sí mismo, pero en realidad no se da cuenta de que cada paso que da es un logro, una nueva hazaña, un progreso que le va a ayudar a conseguir muchas otras cosas en la vida. Iván es feliz, y hace feliz a los que le rodean.

larioja.com